2013/01/08

Ser un tigre sin rayas, Irati Alfonso para #miradentrodeTIC

Autora: Irati Alfonso
1º curso del Grado de Educación Primaria
E.U. Magisterio de Donostia
UPV/EHU


Taiga, el tigre nepalí
Un bonito día de verano, nació un tigre en una selva nepalí al que sus padres le pusieron el nombre Taiga. Los padres de Taiga eran muy felices porque iban a aumentar la familia pero en el momento del parto algo raro hizo que se asustaran un poco: Taiga había nacido sin rayas y ellos nunca antes habían visto un tigre sin rayas.

Aunque al nacer les pareció algo fuera de lo común, los padres de Taiga siempre aceptaron que su hijo fuera diferente y le trataron como a uno más, porque aunque a la vista fuera distinto al resto, en realidad él solo era uno más.

Cuando Taiga era pequeño jugaba con normalidad con todos sus compañeros de la escuela y era feliz igual que cualquier otro tigre, pero según avanzaba el tiempo y los pequeños tigres crecían y se empezaban a dar cuenta de lo que les rodeaba, empezaron a rechazar a Taiga por no tener rayas igual que ellos.

¡A pintarse las rayas!
Taiga se sentía muy mal porque sus amigos le trataran así y casi todos los días al llegar a casa abrazaba a su madre llorando mientras le preguntaba a esta por qué  tenía que ser él diferente, sin ni siquiera quererlo. Su madre le decía que ser distinto le hacía ser especial pero él no quería ser especial, solo quería tener amigos con los que jugar y no se rieran de él por su aspecto.

Taiga pensaba que para ser un tigre de verdad era necesario tener rayas y empezó a no aceptarse a sí mismo y a atormentarse creyendo ser muy feo.

No le gustaba su propio aspecto ni el color anaranjado de su pelo, pero un día se encontró un bote de pintura negra al lado de un árbol de la selva y rápidamente tuvo una idea y dijo:

- Me pintaré rayas en el cuerpo para que todos piensen que he dejado de ser el tigre raro.
Taiga con las rayas pintadas

Taiga se repetía una y otra vez que dejaría de ser raro, como si la idea de pintarse rayas fuera la mejor que había tenido en su vida. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para que sus amigos volvieran a aceptarle y poder sentirse bien al verse reflejado en el agua del rio.

Decidió pintarse y cuando terminó de hacerlo se vio tan guapo y se puso tan contento que fue corriendo a donde sus amigos gritando fuerte que ya tenía rayas y que nunca más iba a ser diferente.

Un rato más tarde Taiga corrió a su casa para que su madre viera lo guapo que estaba, pero su madre se enfadó mucho al verle y le dijo:

- Hijo, soy tu madre y sé que esas rayas no son tuyas, te las has pintado. ¿Por qué lo has hecho? Si tú ya eras guapo antes. Además, yo estaba muy orgullosa de ti y siempre te he dicho que ser diferente te hace especial. No me gusta que cambies tu aspecto para que la gente te acepte, el que de verdad te quiera te querrá y te respetará también sin rayas, porque este que está aquí ahora no eres tú.

Después de que su madre le dijera estas palabras Taiga se fue a su cuarto cabizbajo pensando que su madre tenía razón y no tardo mucho en limpiarse las rayas que se había pintado arrepentido de haberlo hecho.

Al día siguiente, volvió donde sus amigos y les dijo:

- Perdonadme, os he mentido. Solo quería que me aceptarais como a uno más, pero me he dado cuenta que cada uno tenemos nuestro propio encanto y nuestra propia belleza y que aunque vosotros tengáis rayas y yo no, podemos entendernos bien si todos queremos. Quiero ser vuestro amigo pero para eso tendréis que acertarme tal y como soy, y yo soy un tigre sin rayas orgulloso de mí mismo.

Entonces otro de los tigres dijo:

-Perdónanos tú a nosotros, nunca debimos apartarte por ser diferente, eres nuestro amigo y te queremos.

De esta manera, Taiga volvió a ser feliz y nunca más le importó que alguien le dijera cosas por su aspecto; había aprendido a quererse y se había dado cuenta de que si alguien no quería ser amigo suyo solo por su aspecto estaría dejando de conocer a alguien que merecía la pena tener al lado.


Taiga, feliz tal y como es

Imágenes de Irati Alfonso


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