2013/01/06

Construyendo historias: La Isla Misteriosa (parte I)

Autor: Imanol Santamaria
2º curso del Grado de Educación Primaria
E.U. Magisterio de Donostia
UPV/EHU


Aitor es un niño muy alegre y creativo que vive en un pueblo muy bonito de la costa de Euskadi, pero últimamente paseando por el puerto al fijarse en las caras de las personas observa que están tristes. Sus padres dicen que es debido a la difícil situación por la que estamos atravesando, la cual, dicen, es preocupante. No obstante, Aitor se niega a ver todo oscuro y triste como lo ven los demás y por eso a las noches, al acostarse en su cama, mira a las estrellas y empieza a imaginar un mundo alegre donde no existieran las preocupaciones ni las diferencias entre las personas en función de lo que se tiene o no. Un mundo en el que aun siendo de diferentes lugares, razas y culturas, haya cabida para todos. Para ello, qué mejor forma que empezar desde su propio pueblo costero.

Aitor empieza a imaginar su pueblo como un lugar en el que todo el mundo tiene su propia casa. Algunos vivirían en pequeñas casas situadas en las copas de los árboles donde las ardillas asomarían sus preciosas caritas por las ventanas y los pájaros en libertad cantarían sin parar. Estas casas tendrían una escalera que bajaría a un jardín lleno de todo tipo de flores preciosas. Otros, en cambio, vivirían a pie de puerto en casitas de chocolate con el tejado de fresa desde las cuales verían entrar a los barcos en el puerto con pescado para todos. Nadie tendría que pagar los chicharros, sino se cambiarían por otros productos.

En cuanto a la escuela, Aitor la imagina como un palacio lleno de cuevas misteriosas donde él y todos sus amigos tendrían que descubrir los laberintos de las matemáticas, la historia, la literatura y demás asignaturas mediante juegos. Aprenderían cantidad de cosas pero sobre todo irían con muchas ganas. Así, imaginando todo esto cada noche se quedaba dormido, pero el sueño continuaba.

Imagen: Imanol Santamaria

En él, Aitor junto con su gran amigo Eneko y su fiel perro Loti se embarcaban en un enorme galeón rumbo a una isla lejana y misteriosa en la cual decían que se encontraban unos árboles extraños en cuyas ramas florecían los frutos de la alegría. La intención de Aitor y sus intrépidos acompañantes no era otra más que la de traer el mayor numero de frutos a su pueblo para poder repartirlos entre todos y así acabar con esa sensación de tristeza que se apoderaba de él cada vez que paseaba por el puerto.

Al embarcar en el enorme galeón, nuestros intrépidos amigos se dan cuenta de que la mayoría de la tripulación estaba formada por valientes y temerosos marinos, muchos de ellos curtidos en mil batallas que no hacían más que preguntarles por qué motivo se habían embarcado, ya que como ellos bien explicaban, la ruta a realizar era muy peligrosa. Aitor, con la ayuda de Eneko y Loti consiguen explicarle los motivos de su viaje a la tripulación y en especial al capitán, ya que sin el permiso de éste no podrían llevar a cabo su misión. Una vez explicado todo, el capitán junto con la tripulación deciden ante tan noble intención prestarles la ayuda necesaria y deciden poner a su entera disposición el galeón y todos los medios necesarios para cumplir con ese noble propósito.


Así pues zarpan rumbo a la isla misteriosa.

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