Autora: Josune Azpitarte
2º curso del Grado de Educación Primaria
E.U. Magisterio de Donostia
UPV/EHU
2º curso del Grado de Educación Primaria
E.U. Magisterio de Donostia
UPV/EHU
Erase una vez una familia que vivía en un gran velero de madera. El padre se llamaba Paco, la madre Ana y sus
dos hijas eran Rosa y Margarita.
Rosa era la mayor, rubia, de tez
blanquecina y muy muy parlanchina.
Margarita era justo el polo opuesto, era morena de pelo y tez y era muy
callada, a veces incluso demasiado, había que sonsacarle las cosas más de una
vez.
Carecían de lujos,
pero tenían lo más importante que se puede tener en esta vida, el amor de los
unos hacia los otros.
Normalmente no
hacían mucho tiempo en cada puerto, no más de una semana, pero esta vez era
diferente, las niñas habían comenzado el curso escolar en el colegio del pueblo
y permanecerían diez meses en él. Las niñas tenían que caminar varios
kilómetros cada día para ir a la escuela.
Papá Narciso no
paraba en todo el día. Salía a pescar
todos los días, se ocupaba del mantenimiento del velero y el poco tiempo que le
quedaba lo dedicaba a ayudar a su esposa en los quehaceres, que no eran pocos y
a cuidar de sus hijas, que eran lo más hermoso que tenían en este mundo. La
madre era profesora y hasta ahora ella se había ocupado de la educación de sus
hijas.
Los días
transcurrían tranquilos en el velero.
Aquella mañana
amaneció especialmente desapacible.
Llovía y lloviznaba y había una densa niebla que impedía ver dos en un
burro.
Rosa se levantó a
su hora, desayunó y se encaminó hacia la escuela. Margarita, sin embargo, se rezagó un poco, ya
que no oyó el despertador y se retrasó en todo lo demás. Mamá dijo a Rosa que esperara a su hermana
pero ésta hizo caso omiso a su madre y se fue sola camino de la escuela.
Margarita no durmió
bien aquella noche, había mala mar, tuvo el sueño agitado y se despertó con un
mal presentimiento. Presentimiento que
se tornó en escalofrío al salir del velero y ver el panorama desolador que
había fuera. Deseaba quedarse en el
velero con su madre pero comenzó su camino con paso decidido. No
había rastro de su hermana, debió avanzar un montón.
(Continuará...)
Estamos deseando de saber cómo sigue la historia... !!
ResponderEliminarA pesar de aue Margarita caminaba con soltura, sus pasos eran inciertos; rápidos sí, pero sin coherencia ni ritmo. Iba perdiendo el rumbo sumida en los extraños pensamientos de la noche. Como la gaviota de Alberti,por ir al Norte fue al Sur y en lugar de dirigirse hacia la escuela fue penetrando en el bosque mientras en su mente golpeaba un mal presagio. Pero no podía parar, apretaba el ritmo hacia el corazón del bosque entre pinos pegajosos, como si quisiera encontrar un alivio en distanciarse del camino correcto.
ResponderEliminarYa no se veía el mar, ya no se veía la escuela que asomaba en el horizonte cuando tomaba el camino correcto. El bosque se iba cerrando pero Margarita no dudaba, seguía y seguía esquivando las irregulares líneas de pinos con la seguridad de un campeón de slalom. Nada le frenava.
Ojo, la v está al lado de la b y no soy un gran mecanógrafo. Se entiende que acaba : Nada le frenaba...
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